Todos los que se dedican a las tareas de jardinería/paisajismo o los aficionados que cuentan con un pequeño parque en su hogar valoran la sensación de disfrutar de un bello espacio verde. No obstante, independientemente de que tengamos una pequeña huerta, un formal jardín de rosas, una ornamentación paisajística de macetas y suelo elevado, o un simple manto de césped, para llegar a esa sensación placentera se necesita un poco de trabajo.
La labranza es un medio para cultivar el suelo o prepararlo para la siembra, y es la parte de la tarea de jardinería que exige la mano de obra más intensiva. La labranza es necesaria porque el suelo a menudo es rocoso, está compactado o presenta gran cantidad de malezas. Ninguna de estas condiciones es propicia para el cultivo de césped, plantas, flores o verduras y hortalizas. Por lo tanto, para preparar el suelo para la siembra, tenemos que labrarlo, a veces efectuando sobre la marcha correcciones del suelo, como el agregado de compost o fertilizante.
La manera más sencilla de realizar esta tarea de labranza es con una pala, aunque si trabajamos a muy pequeña escala, un minicultivador manual será la herramienta indicada. No obstante, para una performance mucho más práctica y rápida en extensiones más grandes se impone un cultivador a motor.
No se sabe con certeza quién inventó el primer cultivador a motor, pero sí es definitivo que se trata de una herramienta moderna patentada durante la primera mitad del siglo XX. Los primeros modelos eran arrastrados por tractores a vapor, seguidos de otros que contaban con motores de cuatro caballos de fuerza y pesaban casi 200 kg. Con el tiempo, estas máquinas fueron disminuyendo en tamaño y aumentando en maniobrabilidad y operatividad para facilitar una tarea que ya es ardua de por sí.
Componentes y funcionamiento del motocultivador
A decir verdad, los cultivadores son máquinas bastante simples. El componente principal de cualquier cultivador son las púas o dientes, es decir, las cuchillas metálicas giratorias que excavan el suelo.
Para ilustrar mejor este componente, veamos la manera en que trabaja un cultivador inalámbrico en el siguiente video, que aunque no está presentado en nuestro idioma, muestra claramente el funcionamiento de la máquina.
Ahora que entendemos cómo funciona un cultivador, enfoquémonos en estos dientes. Dependiendo del tamaño de la máquina, puede haber dos o cuatro grupos de dientes. Si bien están afilados en el borde, el secreto de la eficacia de los dientes para la labranza no es el filo, sino su forma. Como muestra la figura de abajo, cada diente consiste en cuatro cuchillas curvadas en direcciones opuestas: dos apuntan hacia la máquina y las otras dos apuntan en sentido inverso a la máquina.
Esta particular disposición de los dientes evita que el material removido se acumule en las cuchillas. Si bien todos los dientes trabajan en conjunto para excavar agresivamente el suelo, los que apuntan en sentido opuesto a la máquina son los que realizan el corte más grueso.
Los demás componentes principales de un cultivador son:
- un mango semejante al de una cortadora de césped
- el motor, que puede ser eléctrico o a combustible
- un interruptor de encendido, generalmente dispuesto en el mango
- las ruedas, que pueden ser traseras o delanteras
Una herramienta para cada necesidad
Antes de proseguir, aclaremos un concepto. Aunque el término «cultivador» se usa indistintamente para máquinas que excavan tierra dura o que mezclan tierra suelta, no se trata, como podemos apreciar, de la misma tarea. Alguien comparó estos conceptos con el hecho de usar una batidora eléctrica para mezclar una ensalada y un tenedor para batir una mezcla para torta. Por lo tanto, es importante tener en claro estas ideas para usar la herramienta correcta en nuestro jardín.
Entonces:
- Azada, motoazada o aradora: es la herramienta diseñada para excavar y mezclar tierra dura para formar un lecho de tierra suelta. Es muy poderosa y por ello generalmente se fabrica en modelos propulsados a combustible. La siguiente figura muestra una motoazada típica.
- Cultivador o motocultivador: no es una herramienta diseñada para excavar tierra dura, sino para mezclar tierra suelta (por ejemplo, producida con una motoazada) y remover compost o fertilizante. Genera una mezcla de tierra mucho más fina que una azada, lo que la hace ideal para dar los toques finales a un jardín antes de comenzar a plantar. Puede funcionar a combustible, o bien a electricidad, tanto en modelos con o sin cable.
Puesto que este artículo trata sobre cultivadores eléctricos sin cable, vamos a abordar únicamente este tipo de máquina.
Detalles de los cultivadores inalámbricos
Como apreciamos en la figura siguiente, casi todos los cultivadores inalámbricos presentan un diseño de dientes delanteros y ruedas traseras.
En este caso, la función de las ruedas es simplemente guiar el cultivador por el terreno. La propulsión directa real proviene de los dientes que se hunden en la tierra y empujan la unidad hacia adelante. Para transportar el cultivador de un lugar a otro, el usuario empuja el mango hacia abajo, lo que eleva los dientes giratorios, tal como vimos en el video. Cuando se llega al nuevo emplazamiento, la parte delantera se vuelve a poner en contacto con la tierra y los dientes prosiguen su tarea.
Los dientes de todos los cultivadores pueden ajustarse para determinar la profundidad, dependiendo de cuánto queramos penetrar en la tierra. Por su parte, el ancho de la trayectoria está determinado por la cantidad de dientes en funcionamiento y esto obviamente está relacionado con el tamaño de la máquina. Los modelos inalámbricos ofrecen en general características de ancho de trabajo y ajuste de profundidad como las indicadas en la figura.
Como su nombre implica, los motocultivadores inalámbricos funcionan con baterías de 36 V, usualmente, dos packs de 18 V cada uno, como vemos en la figura de abajo. Por lo general, se trata de baterías de iones de litio, que reúnen grandes ventajas con respecto a las de níquel e hidruro metálico (Ni-MH) o las de níquel-cadmio (Ni-Cd) y nos aseguran una autonomía de unos 45 minutos. Algunos fabricantes ofrecen baterías y cargadores universales, de los que ya nos ocupamos oportunamente, que permiten intercambiarlos entre diversas herramientas inalámbricas de la misma marca.
Otro componente hoy casi obligado de toda herramienta inalámbrica y que por supuesto incorporan los cultivadores de fabricantes reconocidos es el motor sin escobillas, el cual, gracias a su diseño, asegura una prolongada vida útil de la batería, al tiempo que ofrece mayor potencia que un motor convencional, así como características de conveniencia en lo que hace a tamaño, peso y generación de ruido de la herramienta.
Mantenimiento y cuidados de un cultivador
Una vez que tenemos nuestro motocultivador debemos aprender cómo cuidarlo adecuadamente. La labranza es una tarea sucia y, por lo tanto, el cultivador requerirá un poco más de mantenimiento que muchas otras herramientas del hogar.
La regla más importante para el cuidado de nuestro cultivador es mantenerlo limpio. Para eso, cada vez que terminamos de usarlo, podemos usar una manguera para dirigir un chorro de agua a las partes móviles, prestando especial atención a los dientes. Si observamos objetos pequeños incrustados o raíces enrolladas alrededor del eje, asegurémonos de retirarlos.
Por otra parte, los dientes pierden su filo después de un tiempo, especialmente si se usan en suelos rocosos. Para afilarlos, podemos colocar la máquina boca arriba sobre una mesa o banco de trabajo y afilar suavemente los dientes con una lima. Cuando llega el momento de cambiar los dientes, es conveniente dirigirnos al servicio técnico provisto por el fabricante.
Las partes no móviles, tales como las rendijas de ventilación y la carcasa del motor, también requieren de una limpieza con un paño, o bien mediante soplado con aire comprimido a baja presión.
Además, debemos cuidar que todos los elementos de fijación (tornillos, roscas, etc.) estén siempre bien apretados, porque de esa manera trabajaremos con seguridad.
Cuando no usemos el motocultivador por un tiempo, lo guardaremos en un lugar seco. Para ahorrar espacio podemos soltar las tuercas de estrella y plegar los mangos como observamos en el video anterior y en esta figura.
De los cuidados que podamos brindarle al cultivador dependerá en gran parte su vida útil, por lo que, con el uso y el mantenimiento adecuado según las instrucciones del fabricante, podremos disfrutar de muchos años de trabajo en nuestro parque o jardín.